miércoles, 2 de diciembre de 2009

Motivos de Nirvana en el Ombligo de la Luna[1]



Caminó arrastrando su pecho[2]. Se detuvo en la esquina de Lynch Norte y Tobalaba. Padecía la certeza de que su despliegue acabaría unos pasos más allá. Los árboles que lo volvían difuso a la mirada de Selene[3], le hacían recordar sus propias partituras[4]. Parecía haber sido un viaje de toda una vida, y justamente eso era lo que lo movía a acabar con cualquier acción instrumental futura[5]. Las casas eran enormes murallas, lisas y sobrias, que impedían la huida del acusado. Su pecho lo arrastraba. Caminó a zancadas de eco mudo. La irregularidad de la calle se manifestaba en protuberancias verticales: ventanas, puertas, escaleras, pavimento erosionado por el invierno severo, cual barranco. Su cabeza se encontraba inundada de un vacío estridente. Su mano empuñaba una herramienta.[6]
[1] A pesar de que la propuesta del arqueólogo Alfonso Caso ha quedado desechada por motivos de técnica lingüística, nadie puede negar que en el Centro de la Luna deben suceder todos los Apocalipsis humanos.[2] La existencia pareciera ser un desdoblamiento caótico. Sentirnos ajenos a nosotros mismos es la clave que puede o no escucharse inmediatamente, pero el sólo hecho de que extirpemos conductas, miembros corporales y pasiones, no es más que la sensación de la clave sonora misma. Nos hemos permitido pensar así: que podemos salir fuera de nosotros mismos, que no nos encontrábamos en nuestro tribunal interno, que realmente las consecuencias involuntarias no nos constituyen como las voluntarias. Que existe lo inconciente, gladiador implacable en contra de lo no-conciente. No podemos tolerar lo indisoluble que son las cadenas que nos atan a dos máscaras que hemos construido por falta de carácter: lo que queremos y lo que hemos. Por eso, los terapeutas deberían recomendar aforismos, libros de autoayuda, novelas como Rayuela.[3] Los Kiliwa verían a Selena sin senos prominentes ni grandes caderas, sin la necesidad de estar montada sobre toros blancos. Para ellos la Luna es la potencia masculina. El pueblo ha decidido no permitir que las mujeres traigan descendencia mundana. Es el suicido de una estirpe.[4] Historia, recuerdo, trayectoria, karma, herencias, estar destinado, predestinado, explicaciones diacrónicas, tradiciones, teleología cristiana y no-cristiana. Orígenes y desarrollo, procesos, estructuras de edificios vivos. Es increíble que hemos llegado al momento de no reconocer siquiera nuestras muchas realidades, las muchas esferas. Llega a causar angustia ver como agarramos nuestras miradas, y las lanzamos por la ventana del metro, para que se deslicen entre las nalgas de los griegos. Es inconcebible como no somos capaces de entender que existen los reflejos, los espejos. Habría que derrocar ese mito de nombre historia con una lectura diferente de ella misma. La tesis innegable es que sólo podemos vivir el presente y sólo podemos recordar el presente.[5] Llegar a una idea de qué significa acabar con la razón instrumental, dando por sentado lo cercado del mundo, lo esclavos que somos de nosotros mismos, y sin disolverse en la nada, es una proeza contra-hegemónica digna de aplausos.[6] Ecce Homo. Encontraríamos interminables extensiones. No es necesario, e incluso es contraproducente, creer que la referencia hacia el contexto construye la escena misma. Pues el capitalismo se expresa en cada mueca infantil, las ideologías en cada riza implacable, la sociedad está contenida completamente en cada una de sus minúsculas partes. Es que los estudiantes de anatomía diseccionan, y en cada uno de los individuos podemos encontrar un bisturí. Proceder por síntesis les es dificultoso, y hasta doloroso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Notas de Viaje