martes, 22 de junio de 2010

Lo necesario, lo posible y lo proyectable

(Tío Checho en la Fiesta de los Abrazos, 10 de Febrero, Punta Arenas 2010)


Sobre Ciencia Política

Durante el mes de septiembre del año 1843, el joven Karl Marx dirige una carta a su amigo Arnold Ruge en la que expresa algunas de las ideas centrales que darían marco a la futura revista Anales Franco-Alemanes, y que a la vez constituirían los ejes principales de algunas tradiciones del marxismo que han sabido mantenerse vigentes en la discusión y acción contemporánea.

Pocas veces a Karl Marx se le lee como un pensador vivo, predominando un acercamiento acrítico y superficial, e incluso –utilizando las mismas palabras con las que él expresaba la crítica a sus contemporáneos en relación a Hegel- limitándose a mirar el pasado y reproducir párrafos, cargándose mayormente en uno u otro aspecto de su vasta obra intelectual y política.

Reivindicar a este alemán se ha transformado en un intento casi desesperado de rescatarlo del pasado y protegerlo de los ataques, para así mantenerlo en uso. A mi entender, un poco como defensa al proyecto indisolublemente ligado a su persona, el socialismo, y otro poco como una actitud parroquiana algo deshonesta. Este proyecto ha sido la única alternativa normativa que propone otro orden distinto al de la sociedad actual, y es por esta razón su importancia, porque se ha constituido como una salida política.

Si es que nos interesamos centralmente en la relevancia política que tiene heredar el patrimonio socialista vinculado a su personaje, vestirnos con ropaje viejo y utilizar un lenguaje prestado para construir nuestros proyectos, la problemática seguiría siendo qué aspectos nos son útiles de la amplia obra marxista, para que esta tradición tenga un revés concreto, y no sea un mero ejercicio teórico, ya que en este caso no se justificaría el espacio predominante que ocuparía por sobre otros intelectuales con obras vastas y complejas también, e incluso más vigentes[1].

Reconocer los aspectos que nos interesan de Karl Marx está estrechamente vinculado con el conocimiento profundo y crítico de sus ideas, y a la vez, este reconocimiento inevitablemente iría cambiando según cómo la misma contingencia nos presione a reordenar nuestras prioridades.

Actualmente creo haber interpretado algunos elementos vertebrales de la propuesta total, y que me servirán en el futuro para profundizar en lo que hoy mayormente me interesa: el proyecto político específico que Karl Marx propone, o sea, la Dictadura del Proletariado. Estos elementos los sintetizo como lo necesario, lo posible y lo proyectable, sin embargo abarcan muchas más diferenciaciones que estas tres categorías.

En la carta que mencioné, Karl Marx expresa de forma poética ideas centrales en las que subyace una lógica concreta sobre la realidad. Por un lado identificaría lo necesario que acontece como las condiciones previas o los prerrequisitos indispensables para que existan posibilidades de acción. Sintéticamente se puede entender de la forma siguiente: a ciertos acontecimientos múltiples y conjugados, ciertas posibilidades múltiples y conjugadas. Estas posibilidades son poderes de acción, o sea, si algo no se puede hacer es porque lo necesario no ha acontecido. Esto es lo que coloquialmente se han entendido como condiciones materiales o estadios históricos, sin embargo aquellas expresiones se han vulgarizado de tal modo que han dejado de expresar las ideas de Karl Marx, e incluso se han transformado en argumentos para obligar. La riqueza de la idea lo necesario que acontece es el aspecto inevitablemente contingente de su forma como suceso. A esto se sumaría que las posibilidades serían poderes de acción y no determinaciones de lo acontecido.

Este aspecto señalado sería complementado con que la realidad estaría configurada por una problemática a ser resuelta, o una necesidad a ser satisfecha, una falta, siendo lo acontecido suceso problemático. Esta necesidad se diferenciaría de lo necesario que acontece como idea genérica en medida que sería necesidad real como revés de la posibilidad real. No cualquier deseo se puede transformar en acción, y por ende, un verdadero problema debe presentar ontológicamente su solución. No habría necesidad real sin posibilidad real, o sea poder de acción. Esto nos daría a entender que existe acción en relación a problemática. Lo necesario que acontece sería el prerrequisito de la necesidad real y su revés, la posibilidad real como poder de acción, o sea, voluntad. Lo necesario que acontece podría haber sido un poder de acción realizado correspondientemente a una necesidad real, o no ser; por esto la importancia de generalizarlo y diferenciarlo de la necesidad real como posibilidad real.

Esta reflexión serviría para diferenciar la diferenciación proyección, que se suma a este conjunto de categorías. Existirían diferentes tipos de proyecciones, unas serían posibles realizarlas, siempre y cuando estén estrechamente vinculados a una posibilidad/necesidad real, o sea, proyecciones como poder; y otro tipo de proyecciones quedarían relegadas a la quimera, a la ensoñación o imaginación. Es justamente en este análisis en que la caricaturesca lucha entre idealismo y materialismo ha tenido cabida hasta nuestros días en muchos de los marxismos. Lo que contienen estos debates no son cuales ideas son más vinculadas a las verdaderas condiciones de producción material, sino qué proyecciones son concebidas políticamente, o sea, como poder de acción.

La proyección real sería un plan políticamente concebido, por ende, realmente necesaria por su revés realmente posible dada su condición de poder ser actuada dado lo necesario que ha acontecido como suceso contingente. Además, la proyección siempre sería unilateral, dado que es un ejercicio de fuerza y apropiación finalmente, y no únicamente una cuestión normativa –este aspecto último estaría de la mano con lo que se entiende como la salida política diferenciado de la proyección política.

Si las proyecciones son concebidas políticamente o no lo son, quedarían sujetas, como ya lo señaló Karl Marx dos años después en la segunda tesis sobre Feuerbach, a la praxis o la contrastación:

“El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico.” (Marx, 1845)

En el caso del autor su proyección fue la Dictadura del Proletariado o comunismo, y su revisión, para todo quien tenga como tarea la acción política es indudable, dado que han pasado 127 años desde la muerte del pensador, y durante este tiempo muchos sucesos diferentes, lo necesario que acontece como el ejercicio del pasado en Chile del bicentenario es indudablemente diferente y específico.

La capacidad de realizar proyecciones políticas sería la propiedad de lo que Karl Marx denominaba como pensamiento genuino e independiente. Las soluciones que existen como revés de las necesidades, para que correspondan a éstas y sean poder de fuerza y apropiación, deben ejercerse como una crítica a la realidad y no como una sinopsis del futuro. Famosa es la cita en donde señala esto explícitamente:

“(…) es precisamente una ventaja de la nueva tendencia la de no anticipar dogmáticamente el mundo, sino que sólo queremos encontrar el nuevo a través de la crítica del viejo (…) si construir el futuro y asentar todo definitivamente no es nuestro asunto, es más claro aún lo que, al presente, debemos llevar acabo: me refiero a la crítica despiadada de todo lo existente, despiadada tanto en el sentido de no temer las consecuencias de la misma y de no temerle al conflicto con aquellos que detentan el poder. Por lo tanto, no estoy a favor de levantar ninguna pancarta dogmática. Por el contrario, debemos ayudar a los dogmáticos a ver claro sus propias posiciones (…) no nos enfrentamos al mundo en actitud doctrinaria, con un nuevo principio ¡Esta es la verdad, arrodíllense ante ella! Desarrollamos nuevos principios para el mundo a base de los principios del mundo. No le decimos al mundo: termina con tus luchas, pues son estúpidas; te daremos la verdadera consigna de lucha. Nos limitamos a mostrarle al mundo por qué está luchando en verdad (…)” (Marx, 1843)

Entender el pensamiento crítico o genuino como lógica política, como proyección vinculada a la realidad, es el revés de entender lo necesario que acontece como patrimonio, como cultura material, el aspecto extrasomático y tecnológico de la humanidad, fantasmas u objetivación de espíritus pasados. Por un lado el ejercicio de la crítica, y por el otro el ejercicio del pasado. Escribiría ocho años después:

“Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y transmiten el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos se disponen precisamente a revolucionarse y a revolucionar las cosas, a crear algo nunca visto, en épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, tomas prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal” (Marx, 1851)

Estos es lo que yo entendería como cultura material, como la herencia patrimonial, lo necesario que acontece y en donde se transmite el pasado, sin lo cual no existe la necesidad ni la posibilidad, sin lo cual no hay futuro posible. Se hace en libertad pero no en vacío, el pensamiento genuino requeriría de este patrimonio general. Este sería, a mi entender, el objeto de estudio de la Historiografía Masiva que señala Fernand Braudel en 1985[2], el pasado, el más viejo de nuestros parientes, mientras que lo proyectable como estudio sería el fin de lo que entiendo como Ciencia Política.

Es importante destacar que la crítica a todo lo existente, el pensamiento genuino y lo proyectable, se dan como crítica práctica y no únicamente como prestidigitación utópica. Lo proyectado como plan de acción política, visto únicamente a nivel programático se expresa como un dogma unilateral. Para Karl Marx existiría la prefiguración como cualidad de la proyección política:

“Así, el comunismo, particularmente, es una abstracción dogmática. Sin embargo, no estoy pensando en un comunismo imaginario y posible, sino un comunismo que de hecho existe (…)” (Marx, 1843)

Y se hace[3]; existe como ejercicio de la crítica, poder de fuerza y apropiación, el socialismo se hace en cuanto proyección, y se conquista en cuanto propuesta normativa o salida política. Esto es lo central de la proyección, dado que sólo mediante la praxis se verifica la veracidad política del quehacer, la proyección se haría y no se esperaría. Es por esta razón que cobra relevancia el concepto de prefiguración, de hacer el socialismo hoy modificando las relaciones sociales inmediatas, dado que la necesidad y la posibilidad se experimentan contingentemente. En la misma realidad social contemporánea se encontrarían las prácticas posibles y socialistas, como la autogestión, el control colectivo de las empresas, la solidaridad, entre otras. Pero esto no quiere decir que exista una política correcta, dado que siempre será un ejercicio de fuerza y apropiación, una voluntad de poder, por ende, unilateral, y como tal, existirían múltiples necesidades y posibilidades conjugadas:

“Es este comunismo solamente una forma particular del principio humanista (…) es en si mismo sólo una forma especial y unilateral del principio socialista. Y todo principio socialista a su vez es sólo un aspecto, en lo que respecta a la realidad del verdadero ser humano” (Marx, 1843)

Para Karl Marx, lo único permanente es la existencia de una necesidad real y una posibilidad real, sería la naturaleza de lo social, que lo identifica como un contenido de exigencia o razón que puede adoptar diversas formas. El ejercicio de la crítica a la realidad existente sería desarrollar su verdad como obligación y fin último, existiendo en la misma realidad la exigencia contenida, y a la que su proyección debería responder, en el marco de los prerrequisitos acontecidos. De lo que se trata es de develar la exigencia dándole a las ensoñaciones proyecciones en forma de exigencia, dándole al deseo su aspecto político como el ejercicio de fuerza y apropiación, develando la verdadera lucha.

Cuando nos enfrentamos a ensoñaciones, a ideales y deseos que no han sido vinculados a una necesidad real, estos encuentran una contradicción entre su función y lo necesario que acontece. Para el alemán, este sería el mejor espacio para concretizar una proyección política; y un espacio excepcional de trabajo, desde este entendido, sería la contradicción que mantiene el Estado Político consigo mismo, siendo el espacio y registro de las luchas prácticas de la humanidad. Al ser el Estado Político una cuestión práctica, expresaría toda la verdad humana, necesidades y posibilidades, desde el punto de vista político, unilateral pero real o total. Sería el revés de la crítica la cuestión política, y por consecuencia, la cuestión del Estado Político. Rechazar la cuestión del Estado sería posible únicamente si creemos que éste no es el espacio excepcional de la política, o que realmente no estamos de acuerdo con la necesidad como expresión política o de exigencia, negando todo lo antes dicho[4]. Sin embargo, también es cierto que en este asunto se han atrincherado irreconciliablemente dos ideas igual de ciegas, aquella caricaturesca lucha entre electoralismo y paralelismo o política autónoma: por un lado quienes ven en el Estado Político el único espacio donde se ejercita el poder, el único espacio de la política, reduciendo su política a la conquista normativa, a la propuesta instituyente, sin embargo, a la ausencia de prefiguración no hay propuesta normativa posible; y por otro, quienes aborrecen el Estado Político, y se marginan únicamente a la pequeña política, a la prefiguración coja, ser permanentemente sujeto que enuncia o movimiento que prefigura, evitando cualquier acercamiento a lo legal o normativo, a peder la pretensión universal de la hegemonía, finalmente a perder la formación de humanidad.

Al elevar las ensoñaciones y deseos a sus formas políticas con pretensión hegemónica, y acentuar lo que subyace a este sistema teórico del deseo, la crítica obligaría a corresponder a la necesidad, siendo las luchas reales las luchas políticas en necesidad y posibilidad real.

Lo proyectable no sólo se daría en sentido de prefiguración y de crítica al deseo desvinculado de su realidad, sino que en el aspecto de educación, siendo la política formación de humanidad. La proyección política como proyección educativa, o lo que entiendo como Educación Popular:

“La reforma de la conciencia consiste solamente en hacer que el mundo sea consciente de su propia consciencia, en despertarlo de la ensoñación que tiene de sí mismo, de explicarle el significado de sus propias acciones (…) nuestro lema deberá ser: la reforma de la conciencia, no por medio de dogmas, sino a través el análisis de la conciencia mística, ininteligible a sí misma (…)” (Marx, 1843)

Es darle a las problemáticas religiosas, sociales, emocionales, entre otras, sus formas políticas como lo proyectable. Es realizar el deseo originario como exigencia, fuente de la ensoñación, y no prestidigitar nuevas ensoñaciones:

“En resumen, podemos formular la tendencia de la revista [Anales Franco-Alemanes]: la autoconsciencia o filosofía crítica por parte del presente de sus luchas y deseos. Ésta es una tarea para le mundo y para nosotros. Sólo puede ser la tarea de fuerzas unidas. Requiere de una confesión y nada más. Para asegurar el perdón de sus pecadas, la humanidad sólo debe declararlos tal y como son” (Marx, 1843)





[1] Se puede pensar que esta propuesta entendería a Karl Marx únicamente como símbolo o fantasma y no como descubridor o creador de un nuevo método de pensamiento y acción, visión doctrinal. Sin embargo, pienso que su mayor importancia es espiritual, porque, por un lado, su propuesta teórica y política no es homogénea, ni es única u original de éste alemán, existiendo varios pensadores que plantean aspectos similares e independientemente, y otros que influenciaron a Karl Marx fuertemente.
[2] “[La historiografía masiva sería ceñirse] a unos criterios concretos (…) [partiendo] de lo cotidiano, de aquello que, en la vida, se hace cargo de nosotros sin que ni siquiera nos demos cuenta de ello (…) La impresión profunda, inmediata, que se obtiene tras esta pesca submarina, es la de que nos encontramos en unas aguas muy antiguas, en medio de una historia que, en cierto modo, no tiene edad, que podríamos encontrar tal cual dos, tres o diez siglos antes y que, en ocasiones, podemos percibir durante un momento aún hoy en día, con nuestros propios ojos. Esta vida material, tal como yo la entiendo, es lo que la humanidad ha incorporado profundamente en su propia vida a lo largo de su historia anterior, como si formara parte de las mismas entrañas de los hombres, para quienes estas intoxicaciones y experiencias de antaño se han convertido en necesidades cotidianas, en banalidades” (Braudel, 1986)

[3] En La Ideología Alemana (1846), Karl Marx y Friedrich Engels señalarían que el comunismo sería el movimiento real del proletariado. Obviado la problemática del sujeto, el hincapié que se realiza es justamente el aspecto prefigurativo de la política, el ejercicio de lo posible en el presente, el ejercicio de la crítica y no de la profecía. Finalmente, el mito socialista se fundamentaría en reales y cotidianas experiencias socialistas.
[4] “(…) tomar como objeto de crítica una de las cuestiones políticas más específicas –tal como la diferencia entre el sistema basado en el Estado Social y el Sistema Representativo- no está por debajo del nivel de los principios. De hecho, esta cuestión sólo expresa, de manera política, la diferencia entre el poder del hombre y el poder de la propiedad privada. Por esto, el crítico no sólo puede, sino que debe lidiar con estas cuestiones políticas –que, de acuerdo a los socialistas extremos, no son dignas de atención. (…) Al elevar el sistema representativo de su forma política a la forma universal y acentuar la verdadera importancia que subyace a este sistema, el crítico obliga al mismo tiempo a este grupo a ir más allá de sus confines, ya que su victoria es a la vez su derrota. Por tanto, nada nos impide convertir en el punto de partida de nuestra crítica, a la crítica de la política, a la participación en la política, y por ende, a las luchas reales, e identificar nuestra crítica con ellas” (Marx, 1843)

Notas de Viaje