
Entrevista a Luis Echevarri, uno de los candidatos para sustituir a Mohamed El Baradei al frente de la Agencia de Energía Atómica de la ONU (04/05/09).
Incursionando en la lectura antropológica, particularmente en Claude Meillassoux, me dirigí al texto divulgativo del buen León Trotsky “El pensamiento vivo de Marx” para rearmarme conceptualmente. Una frase particular fue la que me llamó la atención “La transición de un sistema al otro ha sido determinada siempre por el aumento de las fuerzas de producción, por ejemplo, de la técnica y de la organización del trabajo. Hasta cierto punto, los cambios sociales son de carácter cuantitativo [e indisolublemente cualitativo, a la vez, como diría Antonio Gramsci] y no alteran las bases de la sociedad, por ejemplo, las formas prevalecientes de propiedad. Pero se alcanza un nuevo punto cuando las fuerzas productoras maduras ya no pueden contenerse más tiempo dentro de las viejas normas de propiedad; entonces se produce un cambio radical en el orden social, acompañado de conmociones” (Trotsky, 2004 [1940], p. 16).
Lo marcado en negrita es lo que me llama la atención. Algo que aprendí, vagamente, en el Curso de Materialismo Cultural en la Antropología Social del profesor Andrés Aedo, es que en el pensamiento de Karl Marx y Fiedrich Engels, apropiación y propiedad son conceptos que es útil diferenciar (Marx, 1857). Como dice un compañero de universidad, medio-marxista medio-sistémico, de esa miserable ciencia burguesa que es la sociología, no mezclemos peras con manzanas, aludiendo a la costumbre de proceder por síntesis, que nos llevaría al cliché, no erróneo del todo según entiendo, de que la propiedad y la apropiación son una y la misma mierda. En este caso tuve la duda sobre la buena utilización del término, ya que se aludía a un marco general del movimiento real de nuestra especie. Luego, me entró una duda aún más interesante que esa masturbación mental, más complejo que una simple confusión de términos, siempre recurrentes, en obras divulgativas –para lograr superar esa valla hay que ser un genio, y al estilo estereotipado que pregonan los liberales e idealistas. El problema era el siguiente: ¿Quién tuvo la osadía de traducir este librito, que ya se presenta como complejo en su mismo fundamento? ¿Desde qué traducción se hizo, o se realizó del original? Pues bien, buscando en el ciber-mundo que nos hemos dado llegué a una penosa constatación: no existe ni en Wikipedia, ni en ninguna página, información de Luis Echaverri. Pero, no obstante, encontré una entrevista del tipo en cuestión, de la que podemos crear algunas conclusiones detectivescas interesantes si le sumamos que es un traductor de teoría marxista, y, por lo que encontré a nivel de citas en otros ensayos, libros freudianos.
Finalmente, lo único que pude constatar empíricamente fue que está traducido desde el ingles, ya que el título original era: The living Thought of Karl Marx, lo cual en realidad es de una obviedad absoluta, ya que lo dice el libro sacralizado en papel, publicado originalmente en NY, y, de hecho, el jefe del ejercito rojo parte hablando, justamente, de los EE.UU. La entrevista está interesante.
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