jueves, 21 de enero de 2010

Ilegal a La Paz

Coroico

Movilizándose

Bolivia, agosto 2009

miércoles, 20 de enero de 2010

jueves, 14 de enero de 2010

Daniel Bensaïd


Luego de largas jornadas de política territorial y trabajo comunal en Villa La Reina, esta mañana del jueves 14 de enero me he enterado de que Daniel Bensaïd ha fallecido. En respeto a su memoria debo mencionar que no me he introducido en plenitud en su obra teórica, y que estoy muy lejos de ser un intelectual capaz de aportar algo nuevo en estos momentos que atravesamos como especie. Sin embargo, pienso que existe algo más fundamental que es necesario declarar, superior a cualquier comentario bibliográfico que un letrado en el materialismo histórico podría realizar.
Este francés llegó a mi historia en momentos que comenzaba a entender que ser revolucionario era sobrellevar las cargas de la inhumanidad y plantearse horizontes aparentemente inalcanzables, meramente discursivos. Escuché de él, cual mito inaprensible, viéndome sobrepasado por los reducidos alcances prácticos de empeñosos trabajos políticos, en los que sudábamos sangre para muchas veces recibir sabores amargos y desilusiones. Supe de Daniel Bensaïd al mismo tiempo que me enteraba de que sobre la fraternidad revolucionaria prima hoy la mezquindad sectaria, y que entregarse a objetivos de semejante envergadura, transformarlo todo radicalmente, es mutilarse levemente. Yo no deseaba ser mártir de nadie. Primeramente no supe de sus obras teóricas, no se publican en un país tan lejano como lo es Chile, pero no las necesitaba. De este gran político sabía únicamente por la prensa y los comentarios de amigos. Su quehacer resonaba como un eco imponente y gallardo, un maestro vivo que no necesita esconderse detrás de escritos sino que fue un fiel hacedor de su propio pensar. Este revolucionario llegaba a mí como un luchador incansable, honesto y riguroso. Había hecho del marxismo más que una arqueología académica, detrás de sus entrevistas traducidas al español veía ideas que vibraban de experiencia, de realidad consecuente en donde no existía un divorcio entre el pensar y el hacer, tan común de este Chile hegemonizado por una burda parodia de lo que es humano. Sólo necesité comentarios de amigos, entrevistas virtuales y noticias de la prensa alternativa para aceptarlo como una esperanza hecha carne, un horizonte en vida. El quehacer de Daniel Bensaïd me interpelaba. Cuando tuve la oportunidad de viajar a Buenos Aires no dudé en buscar aquellos libros que tanto me habían referenciado, pero que jamás había podido palpar. No fue una tarea fácil, no existían o estaban agotados, pero accedí a algunas obras fundamentales, y en particular Marx Intempestivo. No pude sino que asombrarme de cómo podía hacer y recrear un marxismo desprestigiado por la ortodoxia conservadora de la ciencia a ultranza y la post-ciencia. Su honestidad y pulcritud intelectual lo consolidaron ante mis ojos como un vivo estandarte. No puedo decir que estuviera de acuerdo con todo, y probablemente esté de acuerdo en muy poco, sin embargo Daniel Bensaïd era un compañero sabio y superior a cualquier disputa dogmática o sectaria. Profesor de la Universidad de Paris VII, jamás se redujo a la comodidad académica, hasta sus últimos días impulsó procesos reales, organizó luchas y desplegó su humanidad como pocos de nuestros tiempos lo saben realizar. Pareciera que estas letras se han transformado en una apología, y probablemente lo sea. Lo fundamental que deseo dejar en claro es que individuos como Daniel Bensaïd son para mantenerlos en la memoria patrimonial de los que luchan por un mundo nuevo. Hoy que se ha transformado en un fantasma que oprime el cerebro de los vivos, esperemos estar a la altura de su gran legado histórico y que de su arqueología podamos encontrar nuestro propio camino.



Notas de Viaje