Agosto 2009
domingo, 20 de diciembre de 2009
jueves, 10 de diciembre de 2009
lunes, 7 de diciembre de 2009
L' Ordine Nuovo
"¿ (...) Es preferible 'pensar' sin tener conciencia crítica de ello, de modo disgregado y ocasional, es decir, 'participar' en una concepción del mundo 'impuesta' mecánicamente por el ambiente externo, o sea, por uno de tantos grupos sociales en que cada uno de nosotros se encuentra inserto automáticamente desde su entrada en el mundo consciente (...) o bien elaborar la propia coincepción del mundo, consciente y críticamente y, en conexión con esta actividad mental, elegir la propia esfera de actividad, participar activamente en la producción de la historia del mundo, ser guía de uno mismo y no aceptar pasiva y servilmente que nuestra personalidad sea moldeada desde afuera?"
Antonio Gramsci, Il materialismo storico e la filosofia di Benedetto Croce, Einaudi, quinta edición, 1953, pp. 3-4
Karl Marx
Diacronía y Sincronía
domingo, 6 de diciembre de 2009
jueves, 3 de diciembre de 2009
miércoles, 2 de diciembre de 2009
Soledad
Octavio Paz, en El Laberinto de la Soledad dijo: "Estamos al final solos. Como todos los hombres. Como ellos, vivimos el mundo de la violencia, de la simulación y del ninguneo: el de la soledad cerrada, que si nos defiende nos oprime y que al ocultarnos nos desfigura y mutila. Si nos arrancamos esas máscaras, si nos abrimos, si, en fin, nos afrontamos, empezamos a vivir y pensar de verdad. Nos aguarda una desnudez y un desamparo. Allí, en la soledad abierta, nos espera también la trascendencia: las manos de otros solitarios. Somos, por primera vez en nuestra historia, contemporáneos de todos los hombres.”
Largo fue el recorrido para culminar en la renuncia a la militancia de la Concertación Democrática. Aquellos socialistas se sienten orgullosos, y por sus poros derraman alivio ante la renuncia de un proyecto neoliberal. La expiación de los pecados estaría próxima al no ser lacayos del empresariado nacional e internacional, y esto transformará sus pasadas noches de insomnio en una plácida melodía de reivindicaciones revolucionarias. Sin embargo, tarde se sumaron al proyecto de Arrate; y éste, desde una orientación moralista, culminó una derrota al no llamar a una renuncia masiva, y no encarnar su única posibilidad de avanzar: la unificación de la izquierda bajo la libertad partidaria por fuera de la Concertación Democrática. La construcción de un bloque que supere los mezquinos intereses de la dirigencia Comunista. Podríamos decir que la turbulenta juventud les renació, y por sus venas, al fin, corre la sangre latina que necesita el planeta, roja, furiosa y adolescente. Lo notable son las definiciones: socialista, no-socialdemócratas, anti-capitalistas, anti-imperialistas, latinoamericanistas, buscadores de la unidad de los trabajadores y de la izquierda. Quieren construir un proyecto nacional amplio, socialista y revolucionario, moderno y plural. Son los chasquis chavistas que llegaron hasta el fin del mundo. El comandante se hace presente hasta en el Chile del trabajo precario, de la educación de mercado y de la miseria represiva y totalitaria, con estos autodenominados verdaderos socialistas. Para Escalona son 1700 "fracasados". Bueno, generalmente los marxistas somos medios fracasados, hoy por hoy. Lo bueno es que hay alternativas internacionalistas que emprender. Luego de tres décadas Salvador Allende renació, cual Cristo, de entre los muertos.
Investigación Biográfica
Al nacer, durante un sordo y arrollador invierno, me dieron de nombre David Alejandro. Había crecido cadenciosamente en el útero de Daniela Maldonado Lobos, hija de la tierra del Maule, quien creció en una villa rural naufraga desde la colonia, en la que aún se sostienen restos materiales testigos de la independencia. Pueblo hecho de adobe y ladrillo, con su propio cielo compuesto de colihues azulados unidos por un cuero arcilloso. Mi progenitor era oriundo del sur-oriente de la capital, tierra de la masacre de Lo Cañas, Alejandro Álvarez Guarategua. Hombre trabajador, dedicado a la tierra y los metales. En el futuro se transformaría en profesor. Durante mis primeros días, los vidrios se quebrantaban ante la lluvia incandescente, sin embargo Serafina Lobos Laferte, una señora viuda y demoledora, mantenía el mismo tesón que la caracterizó durante su pasada militancia Comunista en el gobierno de Salvador Allende, al cuidarme del cristalizante mes de Julio. Existí viendo crecer a Ismael Alejandro junto a mí; posteriormente se nos uniría Alejandra Rocío, fémina de ojos claros y tez dorada. Viajaba a menudo a las tierras de Alejandra Maldonado, mujer imparable, y su prole; quienes vivían en aquel sitio del trueno que es Talca, ciudad del Piduco.
Nuestros primeros espacios se encontraron en San Miguel, la comuna del conservador Jorge Montt. Posteriormente nos mudamos a un departamento de La Cisterna, para terminar en una casona de La Reina, que cuando llegamos era un jardín infantil de colores ácidos. Al parecer, tuvimos una parada residencial de efímera duración en unas torres de Providencia. Daniela Maldonado remodeló aquel antro de niños infinitas veces. Aquella casa parecía tener vida propia, y crecía como un cáncer. Mis progenitores rompieron finalmente su relación por aquel entonces. Alejandro Álvarez Guarategua vagabundeó un tiempo, mientras que Daniela Maldonado emprendió un romance efímero que se obsesionó en ocultar a sus hijos, el cual no llegó a buen puerto. La ruptura provino desde Daniela Maldonado, y fue por el amante que mantuvo. Él era religioso, mormón, pero como dicen: todo hay en la viña del señor. La religión fue un absurdo turbulento en la familia: el primo de Valdivia, casado con una alemana hecha de tabaco, era francmasón, pero de la logia original; mientras que su hermana, era de aquella logias más modernas en las que las mujeres tienen cabida; Serafina Lobos Laferte se volvió Testigo de Jehová; Alejandro Álvarez Guarategua era Católico Apostólico Romano; a algunos los movía el budismo, y a otros el animé japonés; la política se la había tragado la dictadura, y con ella sobrevino un concertacionismo-demócrata bastante escéptico. A Daniela Maldonado Lobos le decían que era judía, pero ella fue cristiana convencida, en búsqueda de alguna iglesia, entre tantas, que la sedujera. Concretizó en una: La Iglesia de los Santos de los Últimos Días, o sea, mormona. Junto al sismo emocional de mis progenitores, existía una multiplicación de sismos por toda la estirpe: desde el lado de Alejandro Álvarez Guarategua, habían rupturas familiares entre militantes izquierdistas y demócratas cristianos, divisiones que terminaron con muertos; entre aquellas rupturas, al parecer, se encontraba un Lonco. Se decía, cual mito de origen, que los Guarateguas eran mezcla de un chilote y una mapuche. Del lado de Daniela Maldonado Lobos, su madre era huérfana. Los Laferte no tenían menos problemas que los Guarategua: provenientes del norte, y en particular del militante del Partido Obrero Socialista, Elías, se habían ramificado hacia el sur por razones caóticas, castigos supersticiosos y auto-exilios silenciosos. La última estirpe fue la que se abandonó a la capital santiaguina, y la que olvidó su memoria. Crecí sin saber mucho de historia viva. Aquella coda fantástica la encarnó Daniela Maldonado Lobos. Esta mujer era una trabajadora empedernida y artista de vocación: pintaba y hacía pequeñas esculturas. Se fugó a la metrópolis, donde el poder se concentra. Cada día era más enfermizo el ambiente en cualquiera de los núcleos que llegáramos de visita. Esto, lentamente, me fue apartando en diferentes sucesos dispersos hasta rendirme a la soledad.
Luego de la caída de las Torres Gemelas, y aprovechando la oportunidad que se nos habría, viajamos hacia los Estados Unidos de Norte América por una ganga. Fui junto a mi progenitor y su hermana, Patricia Álvarez Guarategua, además de mis hermanos. Recorrimos sus Estados junto a un mexicano de por allá, en un furgón de color oscuro. Parecíamos gitanos, unos gitanos deslumbrados. En aquel viaje terminamos en New York, en un hotel viejo pero glamoroso, como de una película de mafias; Alejandro Álvarez Guarategua se sentía turbado, la realidad amarga como el mate y la cebada, por aquel entonces, lo sobrepasaba. Yo sólo había viajado a Mendoza, y era el poco recorrido que tenía. Éste viaje, a lo trotamundo, duró un mes y pico; bueno, dejaría turbado a quien tenga la sinceridad de apreciarse. Luego de este viaje, junto a Daniel Rojas, Tomás Corvera y Antonia Mouat, los dos últimos eran pareja por aquel entonces, nos fuimos a la ciudad porteña de Buenos Aires, y arrendamos una de esas casas italianas, las cuales están pegadas con las otras, en Palermo Viejo. Fue un viaje en donde Tomás Corvera, y Antonia Mouat no la pasaron del todo bien, y terminaron tiempo después. Desde ahí, y con ellos, se diluyó aquella roja gota de óleo en que nos habíamos convertido, en un lavamanos que parecía ser la escena del crimen. En aquel viaje logré ver a un primo que no veía hace tiempo, del lado Laferte, se llamaba Alejandro. Vivían en la perifería del Gran Buenos Aires. Posteriormente volví a aquella caótica ciudad Argentina, junto a una pareja. Alojamos en un departamento cerca de Plaza Italia. Nos recibió un carnaval. Posteriormente viajé a Bolivia, por tierra, junto a Tomás Corvera. Al llegar a la paz, también me recibió un carnaval, esta vez sólo y extraviado. Logré contactarme con algunos colombianos y peruanos que me recibieron, y cené con ellos. Durante ese día recorrí junto a un militante Comunista y un joven de la Izquierda Cristiana las calles de esa exuberante ciudad. Con Tomás Corvera recorrimos diferentes lugares, y sufrimos las pesadas melodías de la improvisación y la falta de dinero. Pero logramos volver, a pesar de la ilegalidad, de la escasez de monedas, la falta de orientación, la droga y las carreteras. La justificación del viaje fue un encuentro de antropología y arqueología latinoamericana. Antes ya había ido a uno, de corte nacional, en Concepción. Aquella ciudad me embrujó de inmediato.
Entré a estudiar en la Universidad de Chile, como ya dejé entrever, antropología. Luego de dos años me quise especializar en arqueología. En aquel periodo universitario conocí a Nicolás Villalobos, en un paradero de locomoción colectiva. Yo tocaba una armónica, y él, sin saber de mí, me invitó a ser el baterista de su banda. Creo que era de medianoche, o madrugada. Decían tocar punk rock psicodélico, me gustó esa atormentada pretensión. Tuvimos algunas memorables tocatas, y otras penosas. En aquel tiempo, junto a una lista de las Juventudes Comunistas, ganamos la elección del Centro de Estudiantes de Ciencias Sociales, de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile. Mi actividad política se divisaba desde enseñanza media, en la que participé apasionadamente durante las movilizaciones del 2006, en aquel periodo cristalicé una orientación política marxista. Milite en diferentes orgánicas trotskistas, hasta que terminé en las Juventudes Comunistas junto a mi eterno camarada y amigo Pedro Riquelme, de las que me retiré, como de otras orgánicas, con algunos compañeros. Éste suceso causó rencillas escalofriantes. Como dice Camilo Cepeda, compañero universitario: la política es amarga. Los odios se dejan florecer junto a las derrotas, del lado de las victorias nacen los desprecios.
Y como, al parecer, la tradición pesa de sobre manera, fui exiliado de la casona de La Reina un día. Mi progenitor me recibió en un departamento algo triste, y comenzamos a vivir nuevamente. La soledad casi me toma por asalto. Al final, la ausencia del otro es lo que tenemos en común con todos. Y en esa contingencia, al ponernos en común con quienes están tan abandonados como uno, nos volvemos universales.
En estos días, pienso que lo más razonable es conocer la bifurcada estirpe de la que provengo. Saber del “Chito” Washington Guarategua, del tío “Checho” sindicalista. Gente de Chiloé y Puntarenas. Saber de la tierra, de la que soy el último. Saludar a Serafina Lobos Laferte, y llevarme a mis hermanos conmigo, a un exilio heredado. Debería agarrar una bicicleta y zarpar al sur.
Cultos Cargo
Los cultos cargo son movimientos religiosos corrompidos y revisionistas, o sea, fuera de la línea ortodoxa nativa condenada al infierno de los paganos, que se manifestaron en tribus del sector australiano y melanesiano, especialmente en Nueva Guinea, tras el traumático contacto con nuestros superiores ancestros espirituales, elegidos por Dios, blancos-saqueadores (Marvin Harris, 2002, Vacas, cerdos, guerras y brujas, Alianza Editorial, Madrid, p. 126). Lo que estos cultos encarnan son adoraciones al superior producto tecnológico industrial del hombre-blanco-heterosexual-empresario-protestante, ya que se creía estaban destinados a bendecir a los pre-lógicos oriundos del sector. Bueno, la bendición se materializó en un acelerado y traumático desarrollo hasta la conciliación con la naturaleza crusoeana real del individuo libre, y hasta que los residuos de tradiciones pasadas lograron fusionarse con el nirvana en una armonía muda.
Entrevista a Luis Echevarri
Entrevista a Luis Echevarri, uno de los candidatos para sustituir a Mohamed El Baradei al frente de la Agencia de Energía Atómica de la ONU (04/05/09).
Incursionando en la lectura antropológica, particularmente en Claude Meillassoux, me dirigí al texto divulgativo del buen León Trotsky “El pensamiento vivo de Marx” para rearmarme conceptualmente. Una frase particular fue la que me llamó la atención “La transición de un sistema al otro ha sido determinada siempre por el aumento de las fuerzas de producción, por ejemplo, de la técnica y de la organización del trabajo. Hasta cierto punto, los cambios sociales son de carácter cuantitativo [e indisolublemente cualitativo, a la vez, como diría Antonio Gramsci] y no alteran las bases de la sociedad, por ejemplo, las formas prevalecientes de propiedad. Pero se alcanza un nuevo punto cuando las fuerzas productoras maduras ya no pueden contenerse más tiempo dentro de las viejas normas de propiedad; entonces se produce un cambio radical en el orden social, acompañado de conmociones” (Trotsky, 2004 [1940], p. 16).
Lo marcado en negrita es lo que me llama la atención. Algo que aprendí, vagamente, en el Curso de Materialismo Cultural en la Antropología Social del profesor Andrés Aedo, es que en el pensamiento de Karl Marx y Fiedrich Engels, apropiación y propiedad son conceptos que es útil diferenciar (Marx, 1857). Como dice un compañero de universidad, medio-marxista medio-sistémico, de esa miserable ciencia burguesa que es la sociología, no mezclemos peras con manzanas, aludiendo a la costumbre de proceder por síntesis, que nos llevaría al cliché, no erróneo del todo según entiendo, de que la propiedad y la apropiación son una y la misma mierda. En este caso tuve la duda sobre la buena utilización del término, ya que se aludía a un marco general del movimiento real de nuestra especie. Luego, me entró una duda aún más interesante que esa masturbación mental, más complejo que una simple confusión de términos, siempre recurrentes, en obras divulgativas –para lograr superar esa valla hay que ser un genio, y al estilo estereotipado que pregonan los liberales e idealistas. El problema era el siguiente: ¿Quién tuvo la osadía de traducir este librito, que ya se presenta como complejo en su mismo fundamento? ¿Desde qué traducción se hizo, o se realizó del original? Pues bien, buscando en el ciber-mundo que nos hemos dado llegué a una penosa constatación: no existe ni en Wikipedia, ni en ninguna página, información de Luis Echaverri. Pero, no obstante, encontré una entrevista del tipo en cuestión, de la que podemos crear algunas conclusiones detectivescas interesantes si le sumamos que es un traductor de teoría marxista, y, por lo que encontré a nivel de citas en otros ensayos, libros freudianos.
Finalmente, lo único que pude constatar empíricamente fue que está traducido desde el ingles, ya que el título original era: The living Thought of Karl Marx, lo cual en realidad es de una obviedad absoluta, ya que lo dice el libro sacralizado en papel, publicado originalmente en NY, y, de hecho, el jefe del ejercito rojo parte hablando, justamente, de los EE.UU. La entrevista está interesante.
Ejercicio Narrativo: Borges y el Otro
Motivos de Nirvana en el Ombligo de la Luna[1]
[1] A pesar de que la propuesta del arqueólogo Alfonso Caso ha quedado desechada por motivos de técnica lingüística, nadie puede negar que en el Centro de la Luna deben suceder todos los Apocalipsis humanos.[2] La existencia pareciera ser un desdoblamiento caótico. Sentirnos ajenos a nosotros mismos es la clave que puede o no escucharse inmediatamente, pero el sólo hecho de que extirpemos conductas, miembros corporales y pasiones, no es más que la sensación de la clave sonora misma. Nos hemos permitido pensar así: que podemos salir fuera de nosotros mismos, que no nos encontrábamos en nuestro tribunal interno, que realmente las consecuencias involuntarias no nos constituyen como las voluntarias. Que existe lo inconciente, gladiador implacable en contra de lo no-conciente. No podemos tolerar lo indisoluble que son las cadenas que nos atan a dos máscaras que hemos construido por falta de carácter: lo que queremos y lo que hemos. Por eso, los terapeutas deberían recomendar aforismos, libros de autoayuda, novelas como Rayuela.[3] Los Kiliwa verían a Selena sin senos prominentes ni grandes caderas, sin la necesidad de estar montada sobre toros blancos. Para ellos la Luna es la potencia masculina. El pueblo ha decidido no permitir que las mujeres traigan descendencia mundana. Es el suicido de una estirpe.[4] Historia, recuerdo, trayectoria, karma, herencias, estar destinado, predestinado, explicaciones diacrónicas, tradiciones, teleología cristiana y no-cristiana. Orígenes y desarrollo, procesos, estructuras de edificios vivos. Es increíble que hemos llegado al momento de no reconocer siquiera nuestras muchas realidades, las muchas esferas. Llega a causar angustia ver como agarramos nuestras miradas, y las lanzamos por la ventana del metro, para que se deslicen entre las nalgas de los griegos. Es inconcebible como no somos capaces de entender que existen los reflejos, los espejos. Habría que derrocar ese mito de nombre historia con una lectura diferente de ella misma. La tesis innegable es que sólo podemos vivir el presente y sólo podemos recordar el presente.[5] Llegar a una idea de qué significa acabar con la razón instrumental, dando por sentado lo cercado del mundo, lo esclavos que somos de nosotros mismos, y sin disolverse en la nada, es una proeza contra-hegemónica digna de aplausos.[6] Ecce Homo. Encontraríamos interminables extensiones. No es necesario, e incluso es contraproducente, creer que la referencia hacia el contexto construye la escena misma. Pues el capitalismo se expresa en cada mueca infantil, las ideologías en cada riza implacable, la sociedad está contenida completamente en cada una de sus minúsculas partes. Es que los estudiantes de anatomía diseccionan, y en cada uno de los individuos podemos encontrar un bisturí. Proceder por síntesis les es dificultoso, y hasta doloroso.